Hace años, me encontré en Perú, viajando en un autobús que subÃa más y más alto en las montañas, y que, como mi espÃritu, parecÃa estar llegando a los cielos. ¿Qué sabia el sobre los deseos de mi alma?
Los pueblos indÃgenas de la región y su tierra eran tan cálidos, vibrantes y tan cercanos a mi corazón. ¿Cuánto tiempo en mi vida, sin saberlo, los habÃa extrañado y buscado? Por mucho tiempo queridos hermanos y hermanas.
El aire limpio, las amplias vistas de los picos andinos y la emoción de lo desconocido eran casi demasiado para mi corazón. Pero mi alma cantaba.
Alcanzando cada vez planos más altos, la altitud, el tiempo y el espacio se fusionaron y yo acariciando valles que sin mucho alboroto se iban transformando en desiertos y tierras nevadas fui solo ojos. Pasando cada centÃmetro de la carretera, me sentà ser parte de una gran nube blanca y esponjosa que envolvÃa mis percepciones, pensamientos pasajeros y anticipación.
Y yo me pregunté qué historias me contarÃan esta inmensa tierra y sus criaturas, su rÃo, la escasa vegetación y las enormes rocas a lo lejos.
Cuando finalmente llegó el autobús a su destino esperándome estaba el Santuario Nacional de Huayllay - Bosque de Piedras con sus majestuosos picos de catorce mil pies de tierra helada calurosamente besando el aire fresco. También allà me esperaba una ceremonia de los guÃas de la comunidad indÃgena local Q’ero, con su té de coca hirviendo y una abundante cena cocida en el suelo sobre piedras. En su compañÃa y calor humano yo abracé mi primera noche durmiendo en mi carpa. Las botellas de agua congeladas a la mañana siguiente predijeron una historia diferente. Sin embargo, por esa primera noche, todo habÃa estado bien.
Al dÃa siguiente, en algún momento después del desayuno, muy entusiasmada comencé mi primer viaje solitario hacia la espesura del Bosque de Piedra. Alli dando un paso corto tras de otro mientras respiraba lenta y profundamente, mis pulmones y sudorosos poros de la piel empezaron a absorber el peso de la carga sobre mi espalda, y mi corazón la ligereza de espÃritu que esta vasta, árida y magnÃfica tierra engendra.
Modesto y Toribio Quispe Lunasco
Y a cada paso mis ojos descubrÃan ilusorias y reales imágenes de formas y figuras majestuosas de este y otros antiguos mundos que las rocas gigantes proyectaban en mi mente.
Encantada asà pasaron largas horas de caminata mientras yo esperaba en silencio una invitación de la tierra para caer en sus brazos. De pronto en este espacio desolado una flor de diente de león se mostró en todo su esplendor. Esa fue mi señal. HabÃa llegado.
Descargué mi gran mochila y muy juiciosamente saqué mis nuevas herramientas ceremoniales. Estas eran un abanico de plumas, un colorido tejido recién adquirido que envolvÃa recuerdos de la naturaleza y los deseos más profundos de mi alma, llamado Mesa, tabaco y una pequeña botella de agua florida —una colonia que se usa en ceremonias chamánicas.
Bajo un cielo azul cristalino como testigo, agradecà al EspÃritu, la tierra, las cuatro direcciones, este, sur, oeste y norte, y los cuatro elementos, aire, fuego, agua y tierra por apoyar mi jornada y todas las formas de mi vivir. Luego, antes de armar mi carpa, mi hogar para pasar la noche. bendije el suelo, rociándolo con agua florida dándole gracias por albergarme.
Explorando la zona, buscando los cristales que solo crecen en los lugares más sagrados de la tierra, el tiempo consumió lo que quedaba de la tarde. Mi dÃa terminó con una exhibición maravillosa del sol hundiéndose debajo de las rocas y el cielo tornándose entre colores púrpura, rosa y luego en un rojo carmesÃ.
Y allà estaba yo sola en la oscuridad de la noche. Era una noche sin luna. En verdad era una noche muy oscura con estrellitas titilando o desvaneciéndose en otros mundos. El dÃa habÃa terminado y en mis cálculos habÃa sido un viaje de calma y paz.
Q'ero Ceremonial "Mesa"
Contemplando mi perfecta soledad mientras me preparaba para irme a dormir noté que no tenÃa la cobija de emergencia que la noche anterior me habÃa compensado el calor que un saco de dormir de verano no podÃa ofrecerme. Después de mucho buscarla sin éxito supe que no habÃa nada más que hacer sino acostarme esperando lo mejor.
Sintiendo el latido de la naturaleza debajo de mi cuerpo y la frescura vigorizante del aire helado, mis sentidos muy despiertos con semejante dÃa, finalmente empezaron a descansar, o eso yo creà hasta que mis brazos y piernas comenzaron a entumecerse a causa del extremo frÃo. A mi memoria regresaron imágenes de la emergencia vivida en otra ocasión cuando una la hipotermia paralizó mis músculos en las frÃgidas aguas del Lago Michigan en los Estados Unidos. Para compensar, comencé a meditar invocando al EspÃritu y a las estrellas para que brillaran sobre mÃ. Me sintonicé con mi propia energÃa y con la energÃa del cosmos, pero nada me calentaba. Era demasiado consciente de que mis extremidades ya hipotérmicas no podrÃan moverse por mucho más tiempo.
Sin otros recursos llegó el pensamiento de mi inminente muerte.
Era poderoso y aun sutil inspirándome a convocar la fuerza de la vida debajo de mi cuerpo uniéndola con la aquella de la estrellada helada noche esta vez para aceptar con plena paz, amor y gratitud ésta como la hora de mi regreso a la eternidad.
Me despedà de mi querido esposo y de todos mis seres queridos agradeciéndoles por ser parte de mi experiencia en esrte planeta. Y justo cuando estaba en lo más profundo de mi sagrada entrega al regreso a la eternidad, el canto de un búho irrumpió en el silencio de la noche. Su intensidad resonando en todo mi ser.
El búho habÃa llegado justo a mi lado fuera de la carpa. Qué sonido y sentimiento divinos. Qué poderoso era. Sin duda, su aparición era obra del EspÃritu. Mi corazón latÃa de felicidad. Y en mi regocijo mi mente y cuerpo congelados desaparecieron o tal vez se diluyeron en la experiencia de la divina presencia del búho. Sentà que dondequiera que fuese mi siguiente paso no era un problema. En ese momento yo fui solo una vibración conjunta con la del inquietante, inquisitivo y, sobre todo, fascinante ulular del búho resonando en el más allá. Ese mundo alucinador de incógnitas donde pertenecemos los humanos y todo lo que existe. Y asÃ, entre estas bellas emociones y pensamientos solo supe que a la mañana siguiente me desperté frente a un gran espacio iluminado por un cálido y radiante sol naciente. Cada pedacito de mi cuerpo y mente rebosante de fuerza espiritual llena de confianza, fe y esperanza. HabÃa sobrevivido.
No hacÃa mucho tiempo atrás la muerte estuvo rondando a mi alrededor. Primero fue la muerte de mi padre, luego la de un amigo entrañable y la de otro conocido y, la más dramática de todas, la muerte de un niño a quien, en unas de mis caminatas por parques naturales vi caer a un precipicio. Esta aglomeración de casos inevitablemente evoco todo tipo de pensamientos y emociones encontradas. Sobre esto me di cuenta de que, después de algún tiempo de convivir con mi extremo estado emocional, mis sentimientos y emociones de dolor empezaron a disfumarse hasta desaparecer dejando mi mente y corazón renovados y con la capacidad de entender y comprender que morir es una parte inevitable de la vida. De acuerdo con esto yo no le temÃa a la muerte pero aún asà tuve que preguntarme el cómo poner en contexto mi experiencia con el búho en la que yo habÃa sido su posible sujeto.
Contemplé que me encontraba es este sendero de piedras buscando abrir las puertas del entendimiento de dos revelaciones espirituales que una década atrás habÃa recibido. Respuestas que no habÃa hallado y que estaba segura la mente sola no podÃa ofrecer. Hallé que esta experiencia extrema no me ayudaba en nada aunque alguien versado en chamanismo, después de escuchar sobre mi encuentro con el búho, me dijo que no hay nada más poderoso que el confrontar nuestra propia muerte.
Me llevarÃa algún tiempo entender estas palabras o entender que habÃa vivenciado el ejercicio de algo "más real que lo real" sobre lo que es una entrega espiritual es y con ello, sobre la liberación de la idea de control de mi mente. El momento para entender el significado de mis revelaciones tendrÃa que esperar. Se dice que en términos espirituales solo obtenemos lo que necesitamos, no lo que queremos.
Sin embargo, lo que si quedó muy claro es que en este viaje de fé, el EspÃritu, a través del búho, me informó sobre la naturaleza eterna de la vida, lo que es un punto fundamental que alimenta una experiencia humana más amable.
Derechos de AutorÃa© Aura Camacho-Maas – Febrero 2022. Todos los derechos reservados.
Fotos: Aura Camacho-Maas